miércoles, 11 de abril de 2007

Transporte colectivo

[segundo día, de Chauen a Meknés por Sidi Kacem, 2-04-2007]

En las afueras de Chauen, el alcornocal tapiza el relieve alomado mientras algunos elegantes pinabetes, con su perfil característico de conífera de montaña, se intuyen por un momento en el horizonte neblinoso de las moles rocosas. El autobús avanza a duras penas, cuestas difíciles se tornan aún más para el motor envejecido, curvas y recurvas entre verdes y amarillos, primavera rifeña desbocada. Y dentro, la humanidad, impasible al traqueteo, ajena al vehículo vetusto y, si uno no se fija demasiado, casi se diría que confiada en él. Los coches que vienen de frente aprovechan cualquier respingo del quejumbroso monstruo mecánico para iniciar un adelantamiento. Cuántos puntos de carnet desaparecerían si tales cosas ocurrieran en las carreteras de nuestro país. Sin embargo aquí, el reparto de la calzada es ecuánime, perfectamente justo: el primero que llega, aunque sea por un segundo, simplemente la posee.

En el autobús, el grupo se relaja. Las gentes sencillas son siempre las más acogedoras, y en la complicidad del destino compartido, aunque sea el breve destino de un desplazamiento en autobús, las miradas se cruzan, después las sonrisas y por último la carcajada franca. Guti hace gala de sus dotes sociales, como casi siempre, y no duda en abrir el paraguas para evitar la gotera del lateral del vehículo. Fuera, la lluvia, que nos había olvidado por unas horas, se ha vuelto a declarar. El equipaje, el bagagge, por el que fue necesario un duro regateo para que no nos los bajaran de la "baca" del vehículo al montar en Chauen, viaja al aire, expuesto a los elementos, pero al conductor no le queda más remedio que dar su brazo a torcer cuando empieza la lluvia para hacer una parada técnica en la que dos encargados envuelven, más o menos, con unos tenues plastiquillos los bultos que viajan en el techo. Aprovechando la parada para una breve meadita, el autobús arranca después de apenas un aviso, y Oscar montando al salto, o sea por los pelos, mientras la puertas siguen abiertas y los encargados son capaces de correr entre una y otra para alcanzar el otro extremo del vehículo en lugar de desplazarse por el pasillo entre las butacas, como si el interior y el exterior del armatoste con ruedas fueran la misma cosa, cosa que por otra parte queda demostrada con la gotera y el paraguas de Guti.

El cacharro de chapa sigue su camino, y cuando llegamos a la estación de autobuses de Sidi Kacem, la bajada de los bultos sucede sin percances gracias a los voluntarios, es decir, a los propietarios del equipaje: el encargado se dedica a tirar todo abajo sin demasiados miramientos, apenas sin comprobar si hay alguien ahí para recogerlos. Gracias al quite de Samuel y Yymy, tomamos sanas y salvas nuestras mochilas (Oscar su maletita de ruedas; Pilar y Esther, sus “maletitas” de ruedas), y nos dirigimos a la parada de taxis. Allí, unas docenas de vehículos maltratados por el tiempo y el uso, marca Mercedes casi todos ellos, esperan el turno para recoger clientes. El ambiente sórdido de la pequeña mafia del taxi, que ya detectamos en Ceuta, tras pasar la frontera, se puede masticar; hay un personaje que hace de intermediario entre los futuros clientes y los taxistas, y nadie puede negociar si no es a través de él. No sin antes regatear largo y tendido, y tras llegar a un “ni para ti ni para mi” como suele suceder, acabamos alquilando un par de grand taxis, seis personas por vehículo, humanidad apretujada una vez más, que, a través de las extensas llanuras cerealistas de las mesetas interiores marroquíes, nos depositarán en Meknès, cuarenta kilómetros más allá, bien entrada la noche. Noche mágica esta de Meknès en la que, damas y caballeros, nenes y nenas, presten toda su atención, sucederán cosas fascinantes.

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5 comentarios:

Blogger yymy ha dicho...

Genial el gif. Muy gráfico.

12 de abril de 2007, 0:01  
Blogger Esther ha dicho...

Fascinante relato julio!, sobre todo la magia con la que introduces la noche revelación de Meknés.
Insisto, nada de regateo y una parte propocional del sueldo de los passer-by propietarios de los correspondieontes equipajes en melé, al duelo entre estos dos moretes porteadores de los mismos.
Besos mil!!

12 de abril de 2007, 0:43  
Blogger Julio ha dicho...

Jaja. Empatados a moros en esta foto, es verdad, Yymy y Samuel. ¿Cómo quedó la cuenta al final, 6/3 a favor de Samuel? Esta es la prueba de que la diferencia, psche, no es tal...

12 de abril de 2007, 0:51  
Blogger Julio ha dicho...

Chsssit. No contéis hasta mañana la noche de Meknés. Dejemos que nuestra audiencia (que sin duda ya tenemos) se muerda un poco las uñas, jaja...

12 de abril de 2007, 0:52  
Blogger yymy ha dicho...

6-3 aunque yo creo q escodió alguna. Pero le ofrecieron llevarse comisión si engañaba a su grupo, y eso me consuela.

12 de abril de 2007, 10:47  

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